Me siento, mis manos empiezan a ver al silencio más cercano, mi voz, mis ojos son un ocaso tras ocaso, sientes la levedad de la vida…, lo incierto de la conciencia, la esperanza vivida, la mentira que es.
Soy lo que nada tengo, no tengo piernas para andar, no tengo camino, ni fin, soy la palabra y el llanto, soy una eternidad sin nombre; otra razón más en esta despedida…un ser sin boca, ni condición, una terrible brisa en la piel escamada de la vejez…soy el tiempo acabado dentro de este silencio que se rompe.
J.