Cada vez que escribo se produce un vómito en mi mente, que desprende tanto lo bueno como lo malo y me arrastra con él hasta hacer mío lo desprendido. Es como una enfermedad entonces, que en forma de palabras provocan en mí una acción-reacción incontrolable y que determinan mis noches.
No escribo por cortesía, ni por belleza, sino por necesidad. Dicen que deshacerse del virus es el paso a la curación; yo creo que cuanto más vomito...más enfermo me siento.
J.
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